Travesía de Władysław Rattinger Parte 2: Resistencia, redadas y escape

Travesía de Władysław Rattinger Parte 2: Resistencia, redadas y escape

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Al final de la primera parte de la historia: Travesía de Władysław Rattinger:  Resistencia, redadas y escape de los nazis , quedamos en que el abuelo de Andrej, Władysław,  decide ingresar al ejército de la resistencia polaca. Allí le asignan la misión de llevar un paquete a Rumanía, un país que aún no había caído en las garras del ejército alemán nazi.

En esta segunda parte, Andrzej Rattinger, mi amigo desde hace más de 30 años, continúa narrando acerca de la misión de su padre en Rumania, de los campos de trabajo que tuvo que soportar en Siberia, cuando cayó en manos del ejército rojo; cuando se hizo pasar por médico gracias a los conocimientos heredados de su papá que era dentista; y sobre su viaje en un barco inglés que finalmente vino a parar en México.

Resistencia polaca y misión en Rumanía

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Batallón Underground Polaco en Hanaczow, distrito de Lwow. Crédito: Yu.edu

Cuando se ingresaba al ejército ‘underground’ de Polonia , hacías parte de manera inmediata de la resistencia polaca, considerada la organización mas fuerte y más grande durante la Segunda Guerra Mundial, incluso mucho más que la resistencia francesa.

Fue en ese momento en el que le asignan a Władysław la misión de llevar un paquete cerrado a Rumanía y regresar a Polonia. Camina casi dos semanas, pasa por Chernivtsi, hoy en día ubicada en Ucrania,’, y llega a un punto en el cual debe cruzar un río en lancha para llegar a Rumanía. Así que un lanchero ‘amigo’ lo cubre con paja y juntos cruzan el río sin ningún problema.

Cuando llega a su destino, Władysław descubre que el paquete que llevaba contenía pasaportes que serían utilizados para que funcionarios y diplomáticos pudieran salir de ese país. Esta misión de llevar pasaportes hacia Rumanía la realizó varias veces con un éxito rotundo. Pero lo inesperado estaba por venir.

En su última misión, al cruzar de nuevo el río desde Rumanía, Władysław lleva una gallina con la excusa de que si los soviéticos lo agarran, dirá que cruzó el río porque iba por comida. Sin embargo, en esta oportunidad el lanchero se equivoca, toma una ruta por la cual no debe pasar, y Władysław es detenido por una ‘infracción menor’ por las autoridades de la frontera, que en este caso eran soviéticas.

Trabajos forzados en Siberia

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Polacos deportados en campo de concentración en Siberia.1940. Crédito: mylearning.org

Al no portar papeles lo llevan a una cárcel en Ternopil, Ucrania, y lo someten a un juicio soviético, en donde ni siquiera te presentan, ni sabes que está pasando. “De repente llegan y le dicen a mi abuelo: señor, su castigo son cinco años de trabajos forzados en Siberia, y el abogado supuestamente defensor, le dice que es demasiado tiempo de pena por cruzar un río sin papeles sin papeles, así que apela.”, comenta Andrzej.

Pero al poco tiempo, llega un funcionario soviético y le dice a Władysław que su abogado apeló pero que renunció; y que hay una nueva sentencia, consecuencia de esa apelación. Se trata de ¡25 años de trabajos forzados! Antes eran cinco, ¡ahora 25!

Ahí no termina la historia. Władysław es reclutado en la cárcel de Santa Brígida, en el centro de la ciudad. No sabe qué sucede. Lo llevan de un lado a otro sin decirle a dónde lo llevarán. Así pasa Navidad.

A los pocos días, un soldado les dice a los reclusos que salgan. Los suben a un camión, los llevan a una estación de tren los suben en un vagón de carga junto con mujeres y niños, y parten rumbo a un destino desconocido. Eventualmente llegan a Kiev, los bajan y los ubican en una iglesia ortodoxa, mientras les reasignan otro tren.

Cuando Władysław vivía, le contaba a su hijo, Andrzej, las historias sobre “la maldad de los soviéticos y de los comunistas”.

En la iglesia, arriba del altar, ubicaron unos tapancos o entrepisos para crear un nivel adicional, y que los prisioneros pudieran utilizar como baño. Władysław contaba que todas las necesidades caían sobre el altar, sobre un lugar sagrado.  Y eso que la gente no se alcanzaba a enfermar porque no estaba mucho tiempo ahí, pero el hedor, el hacinamiento de más de mil personas era indescriptible.

Pronto, Władysław parte de Kiev rumbo a un lugar desconocido en Siberia, dando inicio a trabajos forzados en los campos de concentración. Días después de realizar arduas actividades, Władysław le dice a un guardia que “se siente mal”.

Vale la pena mencionar que a los soviéticos les interesaba que sus trabajadores, esclavos, presos, estuvieran ‘en funcionamiento’. Si alguno moría, ‘lo tachaban’ de la lista, pero si se enfermaba lo veían como ‘una pieza descompuesta en la maquinaria’, así que lo llevaron a la enfermería.

Władysław Rattingere se hace pasar por médico en un campo de concentrarión soviético

Władysław comienza a hablar con la enfermera. Le comenta sus síntomas y sugiere que le den cierto medicamento. Él sabía de farmaceútica gracias a su padre que era dentista, pero le comenta que tiene conocimientos en medicina.

El equipo médico le hace una prueba de conocimiento a Władysław. Él responde a todas las preguntas, incluso menciona medicamento en latín, convenciéndolos a todos. Fue así como se convirtió en ayudante médico. A partir de ese momento, comienza a recibir mejor comida, un mejor trato, ya no tiene que trabajar como todos los demás en el campo.

Miembro del ejército imperial británico

A los pocos meses,  el gobierno polaco en el exilio, bajo la orden del general Sikorsk convence a los soviéticos de que se alíen contra el ejército alemán nazi. Sikorsk les propone liberar a millones de militares polacos encerrados en cárceles y en campos de concentración, para así formar un ejército aliado, y dedencer a la URSS.

Tras firmar un acuerdo, el 13 de septiembre de 1941, Władysław recibe un documento de liberación en donde le entregan cierta cantidad de dinero, de comida y lo invitan a unirse al ejército polaco. Pero Władysław prefiere enlistarse en el ejército inglés. Quiere regresar al frente europeo, pero los planes que tenían para él eran diferentes.

Como parte del ejército inglés, debe llevar un barco desde la URSS con todos los ciudadanos que habían sido privados de su libertad, y que pertenecían a todos países que hacen parte del imperio inglés de ese momento. Así que se detiene en Bagdad, Tanganyika, que queda en la República del Congo, Rodesia (hoy Zimbabue) y Sudáfrica.

Después de visitar estas ciudades, Władysław ‘va a parar’ a Bombay. Se reporta en la embajada. Le dicen que el joven militar encargado de su cargo en esa ciudad acababa de morir. Así que Władysław lo reemplaza y recibe la orden de viajar en ese mismo barco hacia otro destino: México.

Pero, ¿dónde queda México?

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En el otoño de 1942 comenzaron a llegar los refugiados polacos a México. Crédito: mxcity.mx

Hay una anécdota que cuenta Andrzej.  Su padre no tiene ni la más remota idea de a dónde se dirige y empieza a investigar sobre México. En una revista, ve fotos del Palacio Nacional con imágenes de Stalin, de Lenin, de Marx y soldados del ejército rojo. Así que va con el cónsul de Polonia en Bombay le dice: “Cómo me vas a mandar a un país igual al que acabo de salir”. Tras varias protestas, le recuerdan que hace parte del ejército de Su Majestad. Debe obedecer y partir hacia México.

En septiembre de 1942, Władysław aborda un barco similar a un crucero, comandado por estadounidenses, rumbo a Australia. En la embarcación iban heridos del ejército americano, chinos que iban a entrenar a Estados Unidos, pero principalmente,  mujeres y niños huérfanos.

Hacen una escala en Melbourne, luego se dirigen a Los Ángeles. Cuando llegan, se bajan y los llevan a un campamento. Entre los tripulantes, se encontraba una gran cantidad de polacos que fueron atendido por las mujeres de la Cruz Roja polaca.

Ellas se encargaron de entrevistar a cada sobreviviente. No podían creer las atrocidades y las pesadillas que narraban, sobre su experiencia en Siberia. ¡No puede ser cierto lo que están contando, son pesadillas! Pero todo era verdad.

De nuevo, los refugiados abordan un tren, pero ahora rumbo a Ciudad Juárez. Llegan a El Paso y allí abordan un tren mexicano. En él, ya no van soldados armados, va gente amable. Además, ¡hay camas limpias!

Finalmente, un primer grupo de 800 polacos llega a León Guanajuato, en noviembre de 1942. La razón: el gobierno mexicano acuerda con los gobiernos polaco y americano otorgar un terreno correspondiente a una ex hacienda, llamada Santa Rosa a los ciudadanos polacos. Este lugar se convierte en ‘La pequeña Polonia.’ Sin querer, México se había convertido en un paraíso para Władysław y para todos los refugiados polacos.

Afortunadamente la angustia acabó para Władysław Rattinger. Ya no hay tristeza, ni ‘ese hueco en el estómago’, ese nudo en la garganta. Los dramas indescriptibles y desgarradores de la guerra habían terminado.

Para terminar, si sabes de alguien que quiera compartirnos la historia de su familia, escríbenos a nuestras redes sociales redes, o a mi correo [email protected]. Queremos contar estas, y lo más importante: compartirlas con ustedes.

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