Abróchate el cinturón, alista tu copa, este es el tour por el lado oscuro de la enología, donde la creciente tendencia de robos de vinos exclusivos y de alta gama, refleja la sofisticación y planificación de los delincuentes en busca de botines de lujo.
Créditos: El País de España, El Confidencial, Elle y Eurosegur.
El negocio de las bandas criminales en el mundo se ha sofisticado tanto que, si antes eran los autos y las obras de arte los que formaban parte de su botín, ahora el vino se ha convertido en “su nuevo objeto de deseo.”
¿Qué motivo tiene el crimen organizado para despojar a las bodegas de los restaurantes de sus mejores añadas? Sencillo: el lujo. Y no cualquier lujo, sino uno que puede ser degustado, admirado, revendido.
Robos por encargo, falsificaciones a gran escala, sabotajes en bodegas (¿recuerdan que el año pasado un intruso ingresó a la bodega Cepa 21, propiedad de José Moro y ubicada en Castrillo de Duero, Valladolid, y vació 60,000 litros de vino tinto de alta gama, valorados en más de 2.5 millones de euros?)
Bueno, es obvio que el vino está protagonizando los episodios más dignos de un thriller de Netflix. ¿Lo más sorprendente? El valor de lo sustraído. Hablamos de vinos que, en lugar de acompañar una buena cena, se convierten en el centro de un asalto millonario.
Aquí aparece un concepto clave en este tipo de delitos: el coleccionismo. Más allá del valor económico que puedan alcanzar botellas de grandes bodegas, el vino se convierte en una obsesión para muchos inductores. “Se trata de personas con grandes bodegas en sus casas”, así lo afirma Joan Carles Ibáñez, jefe de sala y sommelier del afamado “restaurante Lasarte” by Martín Berasategui.
Pero espera: esta hipótesis la corrobora el psicólogo y criminólogo Vicente Garrido, quien asegura que se trata de “personas con afán de poseer cosas únicas y exclusivas”, gente con gran poder adquisitivo que tiene una idea extremadamente obsesiva sobre la necesidad de poseer cosas únicas. En otras palabras, son “enfermos de la exclusividad”, de ese “dulce veneno” que hace que algunos estén dispuestos “a todo” por una botella única.
Pero, ¿quién establece ese valor si Shakira dejó claro que no es lo mismo un Casio que un Rolex? Con los vinos pasa algo parecido, robar vinos puede ser motivo de endurecimiento de una condena porque la Ley establece que la valoración se fija atendiendo al precio de venta al público. Sin embargo, los vinos son también objeto de especulación. “La valoración se debe fijar según el precio de venta”, explica Anna Almécija, criminóloga y jurista.
Château de los Ladrones: robos del crimen organizado con sello de calidad Michelin

Tal fue el caso del restaurante Atrio en Cáceres, España, hace unos años; desaparecieron como “por arte de magia” 45 botellas por valor de casi 1,5 millones de euros, entre ellas un Château d’Yquem de 1806 (¡en esa fecha Napoleón Bonaparte ya estaba en pleno auge de su poder!), avalado en 350.000 euros.
Los autores del robo, el holandés Constantin Dumitru y la mexicana Priscila Lara, fueron detenidos y condenados a cuatro años de prisión por el delito de robo con fuerza.
Hasta la fecha, ninguna de las 45 botellas han sido recuperadas; agosto de 2024 la Audiencia Provincial de Cáceres sustituyó la pena de prisión restante de Priscila por su expulsión de España durante siete años, medida contemplada en el artículo 89 del Código Penal para ciudadanos extranjeros; esta decisión permitió su salida anticipada tras cumplir aproximadamente dos años de condena.
Finalmente Priscila fue expulsada a México pero Constantin no fue expulsado del país porque el tribunal consideró que “no representaba una amenaza grave para la seguridad pública” ¡pero sí para la seguridad enológica!

Ni qué decir de “Coque”, en Madrid, con dos estrellas Michelin, en donde hace dos años los ladrones se llevaron 132 botellas valoradas en 150,000 euros. Los malechores accedieron a través de una farmacia adyacente al restaurante.
Una vez dentro, demostraron ser tan astutos como liebres. Una vez dentro, rompieron el cristal de la bodega y seleccionaron cuidadosamente las botellas de mayor valor, incluyendo Pétrus, Château Lafleur, Harlan Estate, añadas antiguas de Tondonia, Marqués de Murrieta, Marqués de Riscal…y eso no es todo, los ladrones demostraron su conocimiento especializado al envolver cada botella en papel protector, para evitar daños de su botín durante el transporte. Planearon su golpe con tanto detalle, como si estuvieran organizando una cena gourmet. Seguro no se hubiesen arriesgado a entrar a un lugar así si no tuviesen la certeza de una venta segura.
Y la policía? Bueno, inició una investigación para identificar a los responsables, hasta la fecha, no se ha informado públicamente quiénes fueron, tampoco hay avances ni se han recuperados las botellas.
¿Y el chef Rafael Sandoval de “Coque”? Bueno, en su momento expresó su profunda tristeza no solo por el valor económico de las botellas robadas, sino también por su valor sentimental, ya que algunas pertenecían a su abuelo y eran cosechas de1925 y 1936.
Llaves mágicas y botellas millonarias: cómo ser ladrón de bodegas sin despeinarte

Ya no se necesita un título de enólogo y/o sommelier cuando puedes ser un “ladrón de bodegas”. El “bumping” no es solo una técnica para abrir cerraduras, es la llave maestra de los delincuentes, la nueva forma de acceder a los tesoros vinícolas que muchos soñamos con degustar.
Básicamente lo que hacen los ladrones es usar una llave modificada para abrir cerraduras sin dejar rastro. ¡Es como si hubiesen decidido que romper ventanas o violentar una cerradura es demasiado ruidoso y poco elegante! ¿Por qué hacer ruido cuando puedes deslizarte como un ninja y salir con botellas de vino que valen más que tu coche, tu casa y tu vida?
Imagina a un ladrón, en la oscuridad, vestido de negro, como si estuviera a punto de robarla joyería Cartier de Antara. Pero en vez de joyas, lo que busca es un Cabernet Sauvignon cosecha 1945 que haría que cualquier amante del vino se desmayara. Y lo mejor de todo: no necesita romper nada, solo requiere de un poco de habilidad y de esa llave maestra que puede comprar… ¡por internet!
¿Qué tan seguros están los “santuarios del vino”? ,¿qué tan vulnerables son las cavaa de los resturantes Michelin? Lastimosamente, respuesta es obvia: no mucho.
Se estima que alrededor del 90% de las cerraduras en Europa son vulnerables al “bumping”. Así que si pensaban que tenían un sistema de seguridad sólido porque compraron la cerradura más cara del mercado, piénsenlo de nuevo, ¡porque su bodega es más accesible que un OXXO a las 3 a.m.!Los robos a través del “bumping” han puesto a temblar al sector vinícola. Porque como si fuera poco, los propietarios de las bodegas ahora no solo tienen que preocuparse por el clima, el riego, las plagas, las barricas: también por los ladrones altamente entrenados que pueden entrar y salir antes de que puedas decir «vino tinto».
Afortunadamente ya están comenzando a implementar medidas más estrictas, cámaras de seguridad, alarmas, guardias armados. Lo irónico es que, cuanto más intentan protegerse, más atractivo se vuelve el lugar para estos ladrones. Es como ponerle una etiqueta que dijera: “¡roba aquí!.
Estos robos son en realidad un juego complejo de especulación y obsesión. Y aunque las bandas criminales, de origen chino y mexicano principalmente, tienen su parte de culpa, me pregunto cómo llegamos a convertirnos en una sociedad que encuentra la exclusividad del vino tan deseable, como una obra de arte de Picasso. La respuesta está en el anhelo de alcanzar deseos materiales, y en el culto a la exclusividad.
Maridaje perfecto: lujo, ilegalidad y Château d’Yquem 1806
Al igual que un bolso Birkin o un reloj Cartier, los grandes vinos también pueden ser objeto de falsificación. Recientemente se desmanteló una organización internacional que falsificaba nada más y nada menos que grandes “cru franceses”; ojo: esta estafa reportó más de dos millones a la organización criminal. Así que mientras unos roban botellas exclusivas para satisfacer su obsesión por la exclusividad, otros las falsifican para obtener ganancias rápidas.
Así que aquí estamos, en un mundo en donde ahora el vino se roba con más planificación que un atraco bancario. Es irónico que los delincuentes demuestren más conocimiento enología y un gusto exquisito por añadas exclusivas que muchos críticos amateurs.
Y mientras las bodegas y restaurantes Michelin invierten en alarmas, cámaras y cerraduras sofisticadas, los ladrones solo necesitan un poco de tecnología, paciencia y esa desbordante elegancia del «bumping».
Porque, claro, ¿qué mejor muestra de clase que salir con un Château d’Yquem 1806 bajo el brazo? A este ritmo, los vinos terminarán más seguros en los sótanos de los criminales que en las cavas de los restaurantes con estrellas Michelin. Definitivamente las cenas con botellas robadas se han convertido en todo un maridaje de ilegalidad y lujo.