El presidente ruso, Vladimir Putin, ha emprendido un viaje de dos días a China, marcando su cuarta reunión con su homólogo chino, Xi Jinping, desde que Rusia inició su intervención en Ucrania en febrero de 2022.
Créditos: BBC
Esta visita, la segunda en siete meses, resalta la creciente importancia de la relación entre ambos países en un momento en que Moscú enfrenta el impacto de las sanciones impuestas por Estados Unidos y otras naciones occidentales.
En medio de especulaciones sobre la participación de China en el suministro de armamento a Rusia, las autoridades chinas han negado repetidamente estas acusaciones. Sin embargo, han sido señaladas por su apoyo a la maquinaria de guerra rusa mediante la provisión de componentes esenciales. Aunque el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha afirmado que China no suministra armas directamente a Rusia para su uso en Ucrania, señaló que el país asiático ha contribuido significativamente a la fabricación de municiones, tanques, vehículos blindados y misiles.
Las recientes sanciones anunciadas por Estados Unidos en mayo se dirigieron a alrededor de veinte empresas con sede en China y Hong Kong, acusadas de exportar componentes para drones y ayudar a Rusia a evadir sanciones occidentales sobre tecnologías sensibles. Expertos como Maria Shagina, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos con sede en el Reino Unido, sugieren que China es el principal exportador de semiconductores a Rusia, con algunas empresas chinas suministrando drones civiles que pueden tener aplicaciones militares.
En términos de comercio bilateral, China se ha convertido en el principal socio comercial de Rusia, especialmente en sectores como automóviles, ropa y materias primas. Las cifras oficiales de China revelan que el comercio entre ambos países alcanzó un récord de US$240.000 millones en 2023, lo que representa un aumento significativo desde antes de la intervención rusa en Ucrania.
Una parte crucial de esta relación comercial es el sector energético. Rusia ha superado a Arabia Saudita como el principal proveedor de petróleo crudo chino, con importaciones que han aumentado en un 24% desde 2022. Además, China ha importado ocho millones de toneladas de gas licuado de petróleo (GLP) de Rusia en 2023, lo que representa un incremento del 77% con respecto al año anterior. Ambos países planean ampliar sus vínculos energéticos con la construcción de nuevos gasoductos, como el proyecto El Poder de Siberia 2, que transportará gas natural desde la región de Siberia occidental de Rusia al noreste del país.
A pesar de que la relación económica entre Rusia y China ofrece un respiro a Rusia frente a las sanciones internacionales, algunos analistas plantean preocupaciones sobre la naturaleza desequilibrada de esta dependencia. Mientras que Rusia se ha vuelto cada vez más dependiente de China como un socio comercial clave, la reciprocidad en esta relación es cuestionable. China, aunque se beneficia de las transacciones comerciales con Rusia, no parece depender tanto de la relación como lo hace Rusia.
Esta desigualdad plantea preguntas importantes sobre la autonomía económica y la capacidad de negociación de Rusia en el escenario internacional. Al confiar en un solo socio comercial para contrarrestar el impacto de las sanciones, Rusia podría encontrarse en una posición vulnerable en caso de tensiones o cambios en la dinámica de la relación con China.
A pesar de estas preocupaciones, la continua cooperación entre países sugiere que la relación seguirá siendo fundamental en los años venideros. Ambos países comparten intereses estratégicos y económicos, lo que los impulsa a mantener una asociación sólida. Además, en un contexto de creciente antagonismo con Occidente, esta alianza puede ser percibida como una forma de contrarrestar la influencia estadounidense y europea en la geopolítica global.
Sin embargo, es importante que Rusia mantenga una política exterior diversificada y busque oportunidades para fortalecer sus relaciones con otros actores internacionales. Esto ayudaría a mitigar los riesgos asociados con una dependencia excesiva de China y garantizaría una mayor flexibilidad y resistencia en el panorama geopolítico cambiante. En última instancia, la evolución de la relación entre Rusia y China tendrá un impacto significativo en la política mundial y la estabilidad regional en Eurasia en los años por venir.