El aroma a especias y el murmullo de recuerdos llenan el aire mientras escribo esta crónica, embargado por la tristeza ante la partida de Lucila Molina de Merlos, el alma mater de Casa Merlos.
Este restaurante, más que un simple establecimiento, ha sido un faro de la auténtica cocina poblana desde su fundación en 1970. Recientemente, Fabiola Merlos y yo estábamos planeando un nuevo capítulo, un festín de sabores que celebraríamos junto a Camilia Merlos, pero el destino, con su ironía, nos ha reunido hoy para honrar el legado de Lucila.
Mi vínculo con la familia Merlos trasciende lo profesional; con ellos, forjé una amistad genuina, un lazo que se fortaleció a través de al menos cuatro programas en los que tuve el privilegio de degustar y difundir las creaciones culinarias de Lucila.
Cada encuentro era una lección, una inmersión en el universo de sabores que ella se empeñaba en rescatar y preservar. Lucila no solo cocinaba; ella tejía historias con cada ingrediente, transformando Casa Merlos en un santuario donde la tradición y la historia se funden en cada bocado.
Recuerdo vívidamente las visitas con mi amigo y maestro Enrique Castillo, en cuyas conversaciones la cocina poblana era un tema recurrente. En Casa Merlos, pudimos grabar un programa que capturó la esencia del lugar y la pasión de Lucila por sus raíces. Hoy, evoco con nostalgia sus chalupas poblanas, preparadas con masa nixtamalizada y fritas en manteca de cerdo, un manjar que evocaba la riqueza de la cocina tradicional. Sus enchiladas atlixqueñas, rellenas de pollo y bañadas en salsa de jitomate y chile, eran una oda a los sabores intensos y reconfortantes.
Lucila Molina de Merlos, originaria de la pintoresca Teziutlán, Puebla, dedicó su vida a salvaguardar las recetas ancestrales de la cocina poblana del siglo XVIII. Su restaurante, ubicado en el corazón de Tacubaya, no solo alimentaba el cuerpo, sino también el alma, ofreciendo un refugio donde los comensales podían reconectar con sus raíces y disfrutar de platillos icónicos como el mole poblano y los chiles en nogada. El pepián verde y el manchamanteles, con su explosión de sabores y texturas, eran testimonio de su maestría en la cocina.
Hoy, el legado de Lucila Molina de Merlos sigue vivo en las manos de sus hijas, Fabiola, Margarita, y el resto de la familia, quienes han sido pilares fundamentales en el éxito de Casa Merlos. Fabiola, con su carisma y eficiencia, se encarga del comedor y la administración, asegurando que cada cliente se sienta como en casa. Margarita, con su sonrisa cálida, atiende la caja, transmitiendo la misma hospitalidad que caracterizaba a su madre.
Aunque su partida nos sume en la tristeza, la sonrisa y la chispa de Lucila seguirán iluminando cada rincón de Casa Merlos, un testimonio eterno de su amor por la cocina poblana y su legado imborrable en el corazón de quienes tuvimos el honor de conocerla. Casa Merlos no es solo un restaurante; es un monumento a la pasión, la tradición y el sabor, un lugar donde la memoria de Lucila Molina de Merlos perdurará por siempre.
Sobre Casa Merlos de Lucila Molina
La chef Lucila Molina de Merlos participó en el Congreso Mundial de Gatronomía, donde se le hizo merecedora de la medalla de plata Paul Bocuse.
El amor por la cocina poblana le ha laido importantes reconocicmientos de foros como el «Congreso Internacional de Gastronomía» con la mención a la «Mejor Cocina Poblana».
En 1985 se establece como restaurante de cocina poblana del siglo XVIII, ubicado en Victoriano Zepeda 80, colonia Observatorio.
Desde que abrió celebra festivales gastronómicos que ya son famosos. Principia con el de pepianes, sigue el de manchamanteles, después el de la cocina poblana, más tarde el de chiles en nogada y remata el año con el de moles del siglo XVIII.
El restaurante siempre se ha notado el esfuerzo familiar, pues colaboraron en él sus hijas Fabiola en el comedor y la administración, Margarita en la caja y Lucila hija supervisando la cocina y la presentación de los platillos.
Dirección: C. Gral. Victoriano Zepeda 80, Col. Observatorio, Miguel Hidalgo, C.P. 11860, Ciudad de México, CDMX.
Teléfono: 55 5277 4360
Horario de atención:
Jueves a domingo: 1:00 p.m. – 6:00 p.m.
Lunes, martes y miércoles: Cerrado
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