El panorama de la pandemia del covid ha evolucionado notablemente desde su inicio, pero un nuevo capítulo parece estar escribiéndose con materiales inesperados: excrementos de rata de Nueva York, heces de parques para perros en Wisconsin y desechos humanos de un hospital en Misuri. Estos son solo algunos de los elementos que han captado la atención de los científicos mientras exploran el siguiente episodio de la saga del COVID-19.
Créditos: La Nación
Después de más de cuatro años de la irrupción inicial de la pandemia, el virus ha perdido parte de su influencia sobre el cuerpo y la mente de la mayoría de las personas. Sin embargo, persiste el temor a que una nueva variante, con mayor capacidad para evadir nuestras defensas inmunitarias, pueda desbaratar los esfuerzos para retornar a la normalidad.
«Ya no estamos en la fase aguda de una pandemia, y creo que es comprensible y probablemente positivo que la mayoría de la gente, incluidos los científicos, haya regresado a su vida antes de la pandemia», comentó Jesse Bloom, biólogo evolutivo del Centro Oncológico Fred Hutchinson de Seattle. «Dicho esto, el virus sigue evolucionando e infectando a un gran número de personas. Tenemos que seguir monitoreándolo».
Una nueva variante de COVID es muy posible, según los científicos
Los científicos están intensamente atentos a cualquier indicio que pueda señalar el surgimiento de una nueva variante. Desde el análisis de muestras de aguas residuales hasta la investigación de casos de COVID prolongado, los esfuerzos se multiplican para comprender la dinámica de este virus en constante evolución.
Marc Johnson, virólogo de la Universidad de Misuri, ha estado estudiando iteraciones del coronavirus en muestras de heces de roedores y humanos. Según él, el análisis minucioso de las nuevas variantes presentes en las aguas residuales podría proporcionar valiosas pistas sobre su comportamiento y evolución futura, incluso ayudando en el desarrollo de vacunas más efectivas.
El virus, que una vez pareció predecible en su evolución, ha dado sorpresas a los científicos. Desde la variante ómicron hasta la BA. 2.86, se ha demostrado que el virus continúa siendo impredecible y adaptable.
“Intelectualmente, este virus, al menos para mí, solo se está volviendo más interesante”, agregó Sarah Cobey, bióloga evolutiva de la Universidad de Chicago, quien además aseguró que “en cierto modo, el SARS-CoV-2 ha sido un fabuloso recordatorio de algunas de las preguntas más profundas en este campo, y también de lo lejos que tenemos que llegar para responder a muchas de ellas”.
Las investigaciones sugieren que las personas inmunodeprimidas podrían ser el caldo de cultivo para nuevas variantes, como lo evidencian casos como el de la BA. 2.86, que surgieron inicialmente en estos individuos. Esta realidad plantea desafíos adicionales para la vigilancia y el control de la propagación del virus.
La vigilancia irregular de las variantes de coronavirus en Estados Unidos y otros países limita la capacidad de los científicos para anticipar y responder adecuadamente a nuevas amenazas. Además, la complejidad de la interacción entre diferentes vacunas y virus respiratorios dificulta la evaluación precisa de la eficacia de las vacunas, un aspecto crucial para el diseño de estrategias de vacunación efectivas.
A medida que se profundiza en la comprensión de la inmunidad y las complicaciones a largo plazo del COVID-19, se hace evidente la necesidad de una investigación continua y coordinada a nivel internacional. El surgimiento de síndromes postinfecciosos plantea desafíos médicos y científicos que requieren respuestas urgentes y colaborativas.