Vivimos en un mundo lleno de estereotipos que nos dictan cómo debemos lucir, pensar y sentir. Siempre pensamos que lo único que se ejercita es el cuerpo, pero incluso la mente, el espíritu y la felicidad deben ejercitarse para encontrar el balance y el equilibrio en la vida.
A lo largo de la vida, adquirimos numerosos conocimientos, pero una de las lecciones más valiosas es el autoconocimiento. ¿Cuántas veces hemos escuchado la frase «Está bien no estar bien»? ¿Y cuántas veces realmente la hemos internalizado? Aunque no siempre estamos bien, ¿qué se necesita para superar los sentimientos negativos? ¿Cómo afecta esta perspectiva a quienes enfrentan ansiedad o depresión? ¿Les resulta útil este enfoque?
Jenny Taitz, psicóloga y profesora clínica adjunta de psiquiatría en Estados Unidos subraya la importancia de ejercitar la felicidad, algo que, aunque suene extraño, tiene mucho sentido. Nuestro impulso de buscar la felicidad es como un músculo que podemos fortalecer. De igual manera, podemos aprender a disfrutar más de nuestras experiencias.
Casi cualquier persona puede aumentar su sensibilidad a las recompensas mediante entrenamientos que le enseñen a observar y saborear sus emociones positivas. Esto es especialmente cierto para quienes luchan con la depresión y la ansiedad, condiciones que dificultan experimentar placer, un fenómeno conocido como anhedonia.
Premiar la sensibilidad y la salud mental
La sensibilidad y la salud mental implica reconocer y valorar los esfuerzos y logros en el ámbito del bienestar emocional y psicológico
En el tratamiento de la salud mental, no basta con reducir el dolor; es igual de crucial potenciar la alegría. Según un estudio dirigido por la , las terapias que se enfocan en mejorar las emociones positivas pueden ser más efectivas que aquellas que solo buscan disminuir los síntomas negativos.
Otro estudio de 2024, liderado por Lucas LaFreniere, mostró que incluso intervenciones breves, como planificar actividades placenteras, pueden aumentar el optimismo en personas con ansiedad en solo una semana. Cuidar la salud mental también significa cultivar la felicidad.
Para Aristóteles, la felicidad es el objetivo supremo que todo ser humano busca. En su obra Ética a Nicómaco, utiliza el término griego eudemonia para describir este concepto, que abarca no solo la felicidad, sino también prosperidad, bienestar, y el florecimiento personal.
Aristóteles considera que la eudemonia es alcanzada cuando una persona vive de acuerdo con la virtud, es decir, cuando se desarrolla plenamente su potencial y se guía por la razón.
Aunque diferentes personas asocian la felicidad con la riqueza, la salud o el reconocimiento de los demás, Aristóteles sostiene que la verdadera felicidad proviene de vivir una vida virtuosa y equilibrada.
Entonces, ¿cómo encontrar la motivación? La clave está en algo conocido como sensibilidad a la recompensa.
¿Qué es la sensibilidad a la recompensa?
La sensibilidad a la recompensa se refiere a la capacidad de una persona para detectar, experimentar y responder de manera positiva a estímulos que se perciben como gratificantes o placenteros. Es un concepto utilizado en psicología y neurociencia para describir cómo el cerebro procesa las recompensas, lo que incluye tanto los aspectos emocionales como motivacionales.
La sensibilidad a la recompensa está vinculada con el sistema de recompensa del cerebro, particularmente con regiones como el núcleo accumbens, la corteza prefrontal y los circuitos dopaminérgicos.
La dopamina, juega un papel crucial en la modulación de la recompensa. La liberación de dopamina en respuesta a estímulos placenteros refuerza comportamientos y motiva a las personas a repetir actividades que resultan en recompensas.
Las personas con alta sensibilidad a la recompensa tienden a disfrutar más de las experiencias positivas y a sentirse más motivadas por las recompensas, lo que puede influir en su bienestar emocional y en su conducta.
¿Cómo se aumenta la sensibilidad a la recompensa?
Para aumentar tu sensibilidad a la recompensa, puedes seguir un ejercicio basado en investigaciones recientes sobre salud mental. Este ejercicio es simple y puede convertirse en una práctica diaria:
- Planifica una actividad positiva diaria: Cada día, elige una actividad que te haga feliz o te dé una sensación de logro. Puede ser algo pequeño, como disfrutar de un bocadillo favorito, leer unas páginas de un libro o hablar con un amigo.
- Saborea el momento: Después de la actividad, cierra los ojos y recuerda en detalle el momento de mayor alegría. Visualiza las sensaciones físicas, los sonidos y los colores. Di en voz alta, en tiempo presente, cómo te sentiste.
- Amplifica la experiencia: En lugar de solo recordar, explora tu emoción positiva y amplifícala. Este proceso, conocido como “saborear”, refuerza los recuerdos felices y aumenta la motivación para buscarlos en el futuro.
Este enfoque no solo incrementa tu sensibilidad a la recompensa, sino que también ayuda a contrarrestar la tendencia natural a enfocarse en lo negativo. Al practicarlo al menos durante una semana, se puede notar la diferencia en tu bienestar emocional!
¿Qué puedes hacer para potenciar tus emociones positivas?
Los estudios sugieren varias estrategias. Primero, amplía tu vocabulario emocional. A menudo, describimos cómo nos sentimos con palabras como «bien» o «genial», lo que limita nuestra expresión. Usa términos más específicos como «sereno», «eufórico» o «inspirado» para describir tu estado emocional. Esto no solo intensifica tus emociones positivas, sino que también las valida.
Otro hábito poderoso es compartir tus mejores momentos. En lugar de enfocarte solo en lo negativo, habla de lo que te hizo feliz. Compartir lo positivo no solo te hará sentir mejor, sino que también fortalecerá tus relaciones. Además, practica siempre encontrar el lado bueno en cualquier situación. Aunque parezca cliché, ver el lado positivo en momentos difíciles puede cambiar tu perspectiva y aumentar tu resiliencia emocional.
Debes poner en práctica la gratitud, dedica un momento cada día para reflexionar sobre lo que agradeces. Esto puede mejorar tu bienestar emocional. Mantente activo con ejercicio regular, una alimentación balanceada y un buen descanso para sentirte bien física y emocionalmente.
Dedica tiempo a tus hobbies y actividades que te apasionen para llenar tu vida de alegría y satisfacción. Siempre intenta ver el lado positivo en cada situación, sin negar las dificultades. Esto te ayudará a mejorar tu perspectiva y enfrentar los desafíos con más fuerza.
Finalmente, anticipa futuras victorias. Piensa en los eventos próximos y visualiza el mejor resultado posible. Esta anticipación positiva puede incrementar tu motivación y prepararte para experiencias más satisfactorias.
¡Incorpora estas prácticas en tu rutina diaria y observa cómo crece tu bienestar!
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