Arquitectura y vino: bodegas con carácter y belleza

Arquitectura y vino: bodegas con carácter y belleza

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Desde las curvas casi líquidas de Santiago Calatrava hasta las ondas vibrantes de Frank Gehry o la audaz mirada de Zaha Hadid, el diseño se convierte en un lenguaje que honra la tradición vinícola y la proyecta hacia el futuro. Porque al final, una gran bodega no solo guarda vino… también encierra visión, carácter y belleza. Y en eso, España ha sabido levantar templos donde lo estético no es ornamento, sino alma.

La estética y el vino se unen una vez más -esta vez no en una copa, un decantador, en las etiquetas o en el diseño de un winebar-, sino en seis bodegas españolas considerados iconos de la arquitectura temática del siglo XXI.

Es curioso encontrar que particularmente España, haya desarrollado un diseño arquitectónico especializado en la construcción de bodegas vitivinícolas únicas, de vanguardia, que están la mira de la arquitectura mundial y del turismo enológico.

En esta oportunidad, hablaremos de las bodegas López de Heredia, Marqués de Riscal, Ysios, Baigorri, Viña Real y Juan Alcorta, que han demostrado ser algunas de las máximas exponentes de la arquitectura temática del siglo XXI relacionada con vino.

De hecho fue el el arquitecto Frank Ghery (el mismo que diseñó el museo Guggenheim de Bilbao y la bodega Marqués de Riscal) quien situó al País Vasco en foco de interés. A pesar de que San Sebastián y otras ciudades respondieron rápidamente a este nuevo movimiento arquitectónico con museos, teatros y auditorios,  fue en la industria vitivinícola donde esta evolución se vio de manera más acelerada, quizás por esa estrecha relación que existe entre lo estético y el vino en cualquiera de sus formas.

Bodega Ysios: homenaje al vino

 Ubicada en la localidad de Laguardia (Rioja Alavasesa) e inaugurada en el 2001,  Ysios es considerada como la “bodega de autor” más espectacular de España la cual es visitada por 20.000 turistas al año.

Desde su ubicación, hasta las formas del edificio y los materiales utilizados, contribuyen a su imponente majestuosidad, reflejo del trabajo de uno de los arquitectos contemporáneos más impresionantes del momento: el maestro valenciano Santiago Calatrava.

Considerado como un auténtico revolucionario por reunir la arquitectura y la ingeniería en una obra de arte, ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su trabajo entre los que destaca el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1999.

Algunas de sus obras arquitectónicas más famosas son el Puente de la Mujer en Buenos Aires, el aeropuerto de Bilbao, La Ciudad de las Artes y Ciencias en Valencia, y el Auditorio de Tenerife, entre otras.

Inspirado en una hilera de barricas y gracias a la marcada influencia de Antonio Gaudí en sus obras (cuyo estilo orgánico estaba basado en la observación de la naturaleza y la utilización de formas geométricas), Calatrava aplicó en Ysios el diseño de las curvas, especialmente en el tejado, dando el efecto visual de una fotografía pixelada.

Este tratamiento volumétrico también lo empleó en los muros para lograr continuidad entre los espacios a través de un movimiento estático, es decir, detenido en el espacio.

La ausencia de oscuridad y profundidad en la bodega;  la distribución del peso en las paredes en donde se apoyan vigas de madera laminada; y las fuerzas de soporte compensadas con las ondulaciones del tejado, son algunas de las pinceladas características de Calatrava, que supo plasmar de una manera casi genial en 8.000 metros cuadrados.

El edificio se sitúa al Norte del viñedo, desarrollándose de forma lineal, con el fin de mantener desde ella, una vista completa hacia los viñedos. Tiene un espacio para cubas de fermentación con capacidad de 22.700 litros cada una, depósitos horizontales de estabilización, y una bodega con capacidad para 4.000 barricas de roble americano y francés.

Se divide en tres partes. Al oeste se encuentra la recepción, la zona de prensado y fermentación; mientras que en el centro se puede detallar la crianza en barricas. Al este se encuentran el área de embotellado, almacenamiento y expedición.

Por su parte, la vinificación se realiza por gravedad, y al final del proceso las barricas se disponen en semicírculo que, además de contribuir a la escenografía interior, responde también a necesidades de añejamiento.

Lo más impactante de Ysios es su techo de aluminio natural que provoca un marcado contraste con la calidez de la madera y muros de hormigón, que como olas onduladas, se integran de manera “casi perfecta” al paisaje, reflejando las características de la accidentada región y las montañas de la Sierra Cantábrica que se encargan a su vez de reflejar la luz del día.

Desde su concepción, Calatrava visualizó esta bodega como un elemento integrado totalmente en el paisaje y, al mismo tiempo, como una pieza escultórica admirada como una obra de arte.

Bodega Viña Real: de la funcionalidad a la estética

En algunas ocasiones el arquitecto logra inspirarse en un elemento funcional para determinar la forma de su diseño. Esto fue lo que el arquitecto francés Philippe Mazières planteó en la bodega Viña Real, al ubicar el área de elaboración y la bodega de barricas en un enorme edificio esférico que  visto desde arriba, parece una barrica cortada por la mitad.

La amplia experiencia de Mazières en materia de concepción y proyección de  bodegas en Burdeos, fue suficiente para que la CVNE (Compañía Vitivinícola del Norte de España), lo contratara para construir en la localidad de Laguardia, este  edificio de 16.000 metros cuadrados que respeta el entorno, a tal punto de fundirse con la propia naturaleza del lugar conjugando materiales como el hormigón, la madera y el acero.

Cuando los visitantes entran a esta impresionante bodega se encuentran con unas enormes cubas de vinificación de acero inoxidable, dispuestas en forma circular que parecen una tina de baño tradicional.

En el centro, se encuentra una claraboya que el mismo Mazières bautizó como “un pozo de luz” la cual se encarga de iluminar de una manera natural e indirecta, la sala en donde reposan las barricas.

Esta sala está compuesta por dos túneles perforados en la roca, cuya inercia térmica natural y la humedad controlada,  aseguran las condiciones óptimas de maduración del vino.

Bodega Juan Alcorta: arte en ‘las rocas’

 Juan Alcorta se encuentra ubicada en la región más conocida y prestigiosa para la elaboración de vinos: Rioja. Reconocida como Denominación de Origen Calificada, lleva produciendo ejemplares de alta calidad desde hace más de un siglo, bajo los estándares de más estrictos implantados por su Consejo Regulador.

Nació en 1959 cuando dos pequeñas productoras de la zona, Beristain y Ortigüela, se asociaron para crear una bodega más grande. Con un total de 110 hectáreas cultivadas principalmente con la cepa típica Tempranillo, los viñedos se ubicaron en Logroño, un altiplano con vistas panorámicas al Valle del Ebro y la Sierra de Cantabria.

La nueva bodega ubicada en Logroño, cuyo nombre hace honor a su fundador,  fue construida por el arquitecto riojano Ignacio Quemada en el 2001 y es considerada la más importante de vinos ‘de crianza’ en Europa.

Fue premiada en el 2003 con el Premio Internacional Best of de Arquitectura, concedido por la Red de Grandes Capitales del Vino. La adaptación al paisaje, la aplicación de sistemas constructivos industrializados, y el gran valor escenográfico de sus espacios interiores la hacen ser un ícono vanguardista en la industria bodeguera.

El estilo de Quemada se caracteriza por crear instalaciones modernas con las cualidades espaciales y ambientales que muestran una afinada sinfonía entre la arquitectura y la ingeniería.

Ejemplo de ello son las vistas panorámicas en todas las direcciones, la creación de una atmósfera serena y horizontal, a partir de un diseño subterráneo incrustado  un cerro: el mejor ejemplo de una obra ‘Land Art’.

En el centro se puede apreciar un enorme entramado de pasillos y salas subterráneas en donde el visitante es recibido por una puerta de cinto metros que da entrada a la bodega, que alberga 70.000 barricas de roble dispuestas en seis pisos.

Desde sus inicios, el arquitecto pretendía ofrecer una vista privilegiada lo cual es posible gracias a estéticos detalles como persianas que dejan entrever el paisaje desde lo subterráneo, galerías de cristal desde donde se puede apreciar el proceso de elaboración del vino, luces tenues y discretas; y salas de cata hechas de corian, una resina acrílica maciza.

Quemada asegura que “la sucesión de los paneles de la fachada imprimen al edificio una horizontalidad que se traslada a los muros de hormigón mediante el dibujo de líneas marcadas”.

La bodega Juan Alcorta aparece ante nuestros ojos como una gran cubierta que se prolonga en el viñedo. A veces parecería que se estuviera ocultando de quienes la observan,  para mantener en su interior las óptimas condiciones del vino.

Bodegas Baigorri: inspirada por la gravedad

El arquitecto  guipuzcoano  Iñaki Aspiazu es el responsable de este gran cubo de cristal de 400 metros cuadrados,  situado en la localidad de Sasmaniego. Aunque la nave principal se encuentra bajo tierra, los niveles de la bodega están unidos por rampas que dan una sensación de continuidad.

Ubicada en Sasmaniego,  tiene una superficie de 14.000 metros cuadrados y 30 metros de profundidad, con una inversión de 15 millones de euros.

El maestro Aspiazu encontró en la gravedad una fuente de inspiración. “Siempre quise que el vino siguiera su curso natural de elaboración de acuerdo a la fuerza de gravedad, por eso evitamos usar bombas o válvulas que puedan dañar la uva y los fermentos”.

 De manera asombrosa, supo interpretar con líneas, espacios y grutas de agua como elemento decorativo, aquel deseo de funcionalidad por parte de su fundador, Jesús Baigorri,  construyendo siete niveles subterráneos.

Comienza por la uva cayendo de las cajas de vendimia a los tanques de fermentación; luego vuelve a caer para ser remontada, se desliza a las presas, y de éstas, a las barricas  sin ser impulsada en ningún momento por agentes externos.

López de Heredia: un ‘toque’ de evolución

En la ciudad de Haro, capital de La Rioja alta, se encuentra la bodega López de Heredia. Con motivo de su 125 aniversario, decidió restaurar el pabellón de visitantes y el acceso a la bodega. Fue así como la arquitecta iraquí Zaha Hadid, diseñó una estructura exterior cubierta y un edificio anexo que serviría de tienda.

La sala de degustación de López de Heredia, diseñada exclusivamente para la feria Alimentaria 2002 en Barcelona,  hoy reposa como si fuera una escultura, en las instalaciones de la bodega.

Se trata de un pabellón de cristal y vigas de acero en forma de L que alberga el mítico stand que López Heredia encargó para la Exposición Universal de Bruselas de 1910.

Es dotado de bellas y simples líneas modernas, donde la luminosidad lograda y los materiales empleados, armonizan perfectamente, consiguiendo un espacio donde descansar, catar los vinos a la venta y por supuesto, adquirirlos con la comodidad y respeto que se merecen.

El trabajo de Hadid se evidencia  tanto en intervenciones urbanísticas como en diseño de interiores y mobiliario. Define su obra como “inclasificable” y cuestiona cualquier norma que limite su imaginación.

Su arquitectura no va dirigida tanto a la funcionalidad sino a proporcionar experiencias. Algunos de sus trabajos más reconocidos son la Estación Vibra Fire en Alemania y La Zona de la Mente en el Dome del Millennium en Greenwich.

Como especialista en establecer un diálogo con el entorno a través de la arquitectura, Hadid logró un resultado bastante futurista: una boutique que rompe con el resto del edificio pero sin hacer daño a la vista, resaltando su estilo innovador, atrevido y sutil, integrando tradición y modernidad; vino y estética; naturaleza y arquitectura.

Marqués de Riscal: ícono vanguardista

Tras catar una botella de Riscal etiqueta 1929, año en el que nació el arquitecto canadiense Frank Gehry, éste se conmovió con tal regalo y aceptó el reto de transformar la bodega más antigua de la Rioja en un ícono arquitectónico vanguardista. Se trata de la  mejor representación del espíritu innovador de Marqués de Riscal y su mundo de sensaciones que se encuentra en perfecta sintonía con el paisaje de la zona.

Ubicada en el municipio de Elciego desde 1860, el nuevo edificio de 2.765 metros cuadrado y una inversión de 70 millones de euros, está recubierto por acero inoxidable y titanio (marca personal del autor).  El material básico es la piedra revestida de metal, que empata de una manera mágica con la piedra de la antigua construcción.

Fue inaugurada en el 2005 ofreciendo una acertada combinación de los colores que simbólicos de la bodega desde sus inicios; comenzando por el color vino tinto por el vino,  el plateado por la cápsula que recubre la botella, y el dorado por la malla que la envuelve. Otra de las características de las obras de Gehry son las formas desiguales.

El edificio descansa en tres columnas, donde se destaca la cubierta que, a modo de visera, impide que los rayos directos del sol entren a la bodega.  Otro de los elementos para resaltar es un ascensor de cristal que baja desde la superficie hasta la cava con capacidad para almacenar tres millones de botellas.

Gehry, famoso también por proyectos como la Casa Danzante de Praga,  quiso crear «una criatura maravillosa que flotase sobre la viña» y para ello recurrió a las ondas metálicas que había usado anteriormente en el Guggenheim «Las curvas existen desde que alguien pensó que un objeto no debe ser decoración, sino movimiento”.

También sustenta su obra asegurando que «el vino es algo festivo, que trata del placer y la alegría». Marqués de Riscal es una explosión de luz en el apacible paisaje.

En España, el vino se bebe, se habita, se contempla se recorre con la mirada. Y estas seis bodegas nos recuerdan que la arquitectura, como el vino, es una expresión sensorial, cultural y emocional.

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