Las negociaciones tuvieron lugar a mediados de enero, donde cuatro obispos del Estado de Guerrero se reunieron para intentar llegar a una tregua entre grupos rivales.
Esta reunión anual, conocida como la Reunión Pastoral, solía ser un encuentro donde los religiosos compartían ideas y problemas. Sin embargo, esta vez, tenía un propósito adicional: entablar un diálogo directo con los líderes del grupo criminal La Familia Michoacana, Johnny Hurtado Olascoaga, alias El Pez, y su hermano Alfredo, alias La Fresa.
La reunión se realizó con la esperanza de establecer las bases para una tregua con el grupo criminal rival, Los Tlacos, que controla parte de la región Centro y la sierra. A pesar de los esfuerzos, estas negociaciones resultaron infructuosas.
La negociación frustrada en Tierra Caliente contrasta con el acuerdo alcanzado en la capital estatal para poner fin a las disputas entre Los Tlacos y otro grupo criminal con intereses en la zona, Los Ardillos, sobre las rutas de transporte locales. Esta situación fue confirmada por el sacerdote Filiberto Velázquez, perteneciente a la diócesis de Chilpancingo-Chilapa.
Según lo explicado por el obispo de Chilpancingo, José de Jesús González, la negociación entre Los Tlacos y La Familia Michoacana fracasó debido a «la avaricia, la ambición de tener dinero y poder» de los líderes de ambos grupos.
González no proporcionó más detalles, pero señaló que las condiciones propuestas por ambas partes no fueron aceptadas por todas las partes involucradas.
¿Cómo fueron las negociaciones?
En el primer encuentro los obispos se reunieron primero con El Pez y La Fresa, para luego comunicarse por teléfono celular con el líder del grupo rival, Onésimo Marquina, alias Necho, que se encontraba en la sierra de Tlacotepec, en compañía de un sacerdote de su confianza.
Se informó que la conversación no llegó a ningún acuerdo debido a desacuerdos sobre la cesión de territorios clave, como Las Tunas en San Miguel Totolapan, Iguala y Taxco. Estas disputas territoriales han resultado en una escalada de la violencia en la región, afectando negativamente a la población local y complicando aún más la situación de seguridad en Guerrero.
Mientras tanto, en Chilpancingo, la capital del estado, la situación empeoraba debido a la lucha entre Los Tlacos y Los Ardillos, que tienen su base en Quechultenango. Esta situación provocó un aumento de la violencia en la ciudad, con ataques contra conductores de combis y taxis que resultaron en la muerte de seis personas. Ante esta situación, muchos colegios cerraron y el transporte público dejó de funcionar temporalmente.
En medio de estos enfrentamientos, Necho, el líder de Los Tlacos, buscó un acercamiento con Celso Ortega, líder de Los Ardillos, a través del sacerdote Velázquez. Este último facilitó el contacto entre ambos líderes criminales, lo que resultó en una tregua temporal. Sin embargo, queda por verse si este acuerdo se mantendrá y si se extenderá a otras zonas de conflicto en Guerrero, como la sierra, Iguala y Taxco.
La respuesta del gobierno
En su conferencia matutina, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, expresó su apoyo y beneplácito hacia las negociaciones de tregua entre obispos de Guerrero y grupos criminales, con el objetivo de restablecer la paz en la región.
El mandatario destacó la importancia de estas acciones para lograr la pacificación en el estado, señalando que «lo veo muy bien». Resaltó el papel fundamental de los sacerdotes en temas de paz y reconciliación, expresando su confianza en que estas negociaciones den resultados positivos.
López Obrador subrayó la necesidad de la participación de todos los sectores de la sociedad en la construcción de la paz, enfatizando que es la única manera de combatir eficazmente los problemas que aquejan a la sociedad. Asimismo, reconoció que si bien es responsabilidad del Estado garantizar la paz y la tranquilidad, avaló la determinación de los obispos y líderes criminales de la región para buscar soluciones pacíficas.
No obstante, el presidente enfatizó que cualquier acuerdo debe estar libre de concesiones que impliquen impunidad, privilegios o tolerancia a actividades delictivas, asegurando que «nada de acuerdos que signifiquen conceder impunidad, privilegios, licencias para robar» serán aceptados.
Estas declaraciones surgen después de que el obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González, revelara haber sostenido una reunión con tres obispos de Guerrero y líderes criminales de la zona con el propósito de pactar una tregua de paz.
El presidente López Obrador reiteró su respaldo a estas iniciativas que buscan restablecer la paz en una de las regiones más afectadas por la violencia en México, al tiempo que llamó a la sociedad a mantenerse vigilante y a no permitir que estos acuerdos sean utilizados como excusa para fomentar la impunidad o la ilegalidad.