Stephen King: el escritor que convirtió el terror en arte

Stephen King: el escritor que convirtió el terror en arte

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A sus más de 70 años, King sigue escribiendo, asustando y demostrando que, cuando se trata de crear mundos perturbadores, sigue siendo el único y verdadero «Rey».

Stephen Edwin King es descendiente de escoceses-irlandeses, mide 1.93 m y pesa unos 90 kg. Tiene los ojos azules, la piel clara y el cabello negro, que ya muestra trazas de blanco, sobre todo en la barba que a veces deja crecer entre la Serie Mundial y el inicio del entrenamiento de primavera del béisbol.

Ocasionalmente se deja el bigote, usa lentes desde niño y probablemente ha leído más libros de los que cualquiera de nosotros podría imaginar. Ah, y que no se nos olvide mencionar que es “el maestro de los maestros” de historias de terror y suspenso de todos los tiempos, redefiniendo el género con historias inolvidables. Su capacidad para crear personajes complejos y atmósferas inquietantes lo ha convertido en un referente literario mundial.

Nació en Portland, Maine, en 1947 y es el segundo hijo de Donald y Nellie Ruth Pillsbury King… Y aquí es donde empieza el drama: cuando Stephen apenas gateaba, su padre decidió que la paternidad no era lo suyo y se esfumó. Así que su madre, la indomable Nellie Ruth, se encargó de criar a Stephen y a su hermano mayor, David, sin más ayuda que su tenacidad… y probablemente mucho café y paciencia.

Pronto comenzó el peregrinaje por varios estados. De Fort Wayne, Indiana, donde vivía la familia de su padre (aunque a él nunca lo vieron “ni en pintura”), se mudaron a Stratford, Connecticut, y finalmente, cuando Stephen tenía once años, su madre decidió que ya era suficiente de esa vida nómada y los instaló en Durham, Maine.

Pero la razón de terminar en Durham no fue precisamente un golpe de suerte: sus abuelos, Guy y Nellie Pillsbury, ya estaban “más allá que para acá”, y Ruth fue convencida (léase: chantajeada emocionalmente) para hacerse cargo de ellos. Por supuesto, algunas almas caritativas de la familia la apoyaron con hospedaje y algo de dinero para que no tuvieran que subsistir a base de aire y buena voluntad. Finalmente, cuando los abuelos fallecieron, Ruth encontró trabajo en las cocinas de un centro para personas con discapacidad mental.

De estudiante nerd a profe sin suerte (pero con mucho talento como escritor)

Afortunadamente, en el amor le fue muy bien. En 1971 se casó con Tabitha Spruce, a quien conoció entre los libros polvorosos de la biblioteca universitaria (lo más romántico que le puede pasar a un “nerd de las letras”). Crédito: Firewire.

Mientras tanto, el joven Stephen asistía a la escuela en Durham y luego a la Lisbon Falls High School, de donde se graduó en 1966. Ya en la universidad, se dio cuenta de que “traía el gusanito” del periodismo, por lo que comenzó a escribir una columna semanal para The Maine Campus.

Y eso no es todo; el multifacético Stephen también se metió en la política estudiantil y, aunque al inicio tenía ideas más conservadoras, pronto se dio cuenta de que la Guerra de Vietnam no solo era un desastre, sino que además era inconstitucional (¡vaya sorpresa!).

En 1970 obtuvo una licenciatura en inglés y pronto se convertiría en profesor de secundaria. Afortunadamente, el ejército decidió que no lo quería “ni de adorno”: entre su presión arterial alta, su pésima visión, sus pies planos y sus tímpanos perforados, le dieron un 4-F, es decir, “gracias, pero no gracias.”

Afortunadamente, en el amor le fue muy bien. En 1971 se casó con Tabitha Spruce, a quien conoció entre los libros polvorosos de la biblioteca universitaria (lo más romántico que le puede pasar a un “nerd de las letras”).

Pero, de nuevo, la realidad pegó fuerte: encontrar trabajo como maestro no fue tan fácil, así que tuvo que trabajar como obrero en una lavandería industrial y vender cuentos a revistas para hombres (sí, esas).

En 1967 vendió su primer cuento corto, The Glass Floor, en Startling Mystery. Durante esos años siguió escribiendo y vendiendo historias, muchas de las cuales terminaron en su libro de relatos Night Shift.

Finalmente, en 1971 logró su anhelado puesto de profesor de inglés en Hampden Academy, un colegio público en Maine. Daba clases de día, escribía de noche y los fines de semana, y probablemente dormía en algún momento que no quedó documentado.

De maestro en apuros a «Rey del Terror», gracias a Carrie

Crédito: Screenrant.

Dos años después, a Stephen le llegó su gran oportunidad: Carrie. ¿Cómo olvidar la historia de una adolescente tímida con una madre fanática religiosa y poderes telequinéticos?

Tras años de bullying, la pobre Carrie es humillada delante de todos, y aquí va el spoiler para los pocos que no la hayan leído o al menos visto la película: la chica, furiosa, desata la “Tercera Guerra Mundial”, incendiando la ciudad entera y dejándonos una lección épica: “no molestes a la chica equivocada”.

La historia fue aceptada por la editorial Doubleday & Co., y el Día de las Madres de ese año, su editor, Bill Thompson, le soltó la noticia que cambiaría su vida: la venta de los derechos en formato de bolsillo le permitiría dejar la enseñanza y dedicarse tiempo completo a hacer lo que más le gustaba y para lo que fue hecho: escribir.

A finales de ese verano, los King se mudaron al sur de Maine porque la salud de la madre de Stephen iba en picada. Así que alquiló una cabaña en Sebago Lake, donde, en una especie de refugio improvisado, escribió lo que sería su siguiente novela, primero titulada Second Coming, luego Jerusalem’s Lot y finalmente ‘Salem’s Lot. Durante ese tiempo, su madre falleció de cáncer.

Carrie se publicó en la primavera de 1974 y el éxito fue inmediato. Ese mismo otoño, la familia hizo las maletas y se fue a vivir a Boulder, Colorado, durante un año.

Fue ahí donde Stephen escribió The Shining, una historia inspirada en su estancia en las montañas de Colorado. A propósito, la actuación de Jack Nicholson en The Shining es icónica porque logra transformar la locura en arte. Su actuación intensa, sus expresiones aterradoras y su energía desquiciada redefinieron el terror psicológico, dejando una huella imborrable en el cine. Definitivamente, un loco inolvidable.

En el verano de 1975, regresaron a Maine, compraron una casa y ahí Stephen terminó de escribir The Stand. Dos años después decidieron pasar un año en Inglaterra… lo que en realidad duró tres meses porque el clima y la comida no los convencieron mucho. Luego compraron una casa en Center Lovell, Maine, otra en Orrington, cerca de Bangor. Para 1980, ya tenían dos residencias (porque, claro, para ese momento Stephen ya podía permitirse esos lujos).

Hoy en día, Stephen y Tabitha pasan los inviernos en Florida y el resto del año entre sus casas en Bangor y Center Lovell. Porque, bueno, no todo puede ser escribir historias aterradoras, también hay que tomar el sol, descansar y disfrutar del dinero. No olvidemos que el matrimonio King tiene tres hijos: Naomi Rachel, Joe Hill (quien también se convirtió en escritor) y Owen Phillip, además de cuatro nietos.

Además de escribir, Stephen ha hecho cameos en varias películas basadas en sus libros y hasta se animó a actuar en Knightriders, de George Romero. Su hijo Joe también apareció en Creepshow en 1982. En 1985, Stephen se lanzó como director con Maximum Overdrive, basada en su cuento Trucks, con resultados… bueno, digamos que mejor de lo esperado.

Y a pesar de su éxito, “el rey del terror” no olvida a la comunidad: él y Tabitha ofrecen becas a estudiantes de secundaria y donan dinero a varias organizaciones locales y nacionales.

Por si alguien todavía dudaba de su impacto en la literatura, recibió la Medalla de la Fundación Nacional del Libro por su Contribución Distinguida a las Letras Americanas en 2003, y la Medalla Nacional de las Artes en 2014.

Su legado es innegable, sus historias, inmortales; y su impacto en la literatura de terror es profundo, como un sótano en una novela suya (y todos sabemos que no hay que bajar a los sótanos en sus libros).

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