En esta apasionante crónica, Andrzej Rattinger, amigo y fundador de Merca 2.0, nos sumerge en la historia de su padre, Władysław Rattinger, a través de un relato marcado por la valentía, la supervivencia y la determinación.
Continúo recolectando historias de familias que que emigraron a México para salvarse y sobrevivir de genocidios, persecuciones políticas, problemas socioeconómicos. Familias que salieron de su país dejando a la mitad de sus seres queridos, cargando una maleta con alguna fotografía.
En esta oportunidad estoy con Andrzej Rattinger, mi amigo desde hace más de 30 años. Es fundador de la revista Merca 2.0. l revista líder en mercadotecnia, publicidad y medios a nivel nacional. Ahora, su hijo Álvaro, comanda toda esa gran plataforma en la que se ha convertido Merca 2.0.
Andrzej nunca me había contado la historia de su familia Rattinger. Ni se me había ocurrió preguntarle cómo llegaron a México. Pero finalmente me dijo que tenía que contar la historia de su papá, de Władysław Rattinger, que lo ha guiado a lo largo de su vida.
Mira la entrevista completa:
Władysław Rattinger: Polaco de alma y corazón
Władysław Rattinger nace en noviembre de 1912, en una ciudad llamada Lwów. Hoy en día se conoce como Leópolis y se encuentra en Ucrania. Alguna vez correspondió al oriente de Polonia, por eso siempre se consideró polaco, esa fue la educación que recibió de sus abuelos y de sus padres. Era católico.
La Polonia de este entonces, llegaba hasta Tarnopol, como a unos 50-100 kilómetros antes de Kiev. De hecho, es increíble cómo los polacos lograron mantener su identidad de manera sorprendente, durante casi 200 años. Era un pueblo que caracterizaban por recibir emigrantes de cualquier país, de cualquier religión. Judíos, católicos y protestantes eran bien recibidos, siempre y cuando respetaran las reglas. Sin embargo, la población judía era sumamente importante y extensa a lo largo de la historia.
De acuerdo con Enciclopedia del Holocausto, en 1933, las comunidades más grandes de judíos en Europa estaban en Polonia, con alrededor de 3.000.000; seguido de la parte europea de la Unión Soviética, con 2.525.000, y Rumania con 980.000.
Władysław ingresa al ejército polaco
Cuando termina la Primera Guerra Mundial, y tras la desaparición de los imperios ruso, astro-húngaro y otomano, Polonia recupera su identidad como país. Era una época turbulenta, reiniciar una nación con tantas influencias culturales, sociales y religiosas no era una tarea fácil.
El papá de Władysław y abuelo de Andrzej era dentista y oficial del ejército austriaco. De ahí que Władysław se incorporara al ejército polaco como conscripto.
Tras un año y medio en el ejército, y con tan solo 18 años, decide dejar Leópolis en 1930 y buscar un mejor futuro en Varsovia.
Con un título en Ingeniería en Comunicaciones, comienza a trabajar en la Secretaría de Comunicaciones. Y fue trabajando en este lugar que, en agosto de 1939, le avisan que “las cosas se estaban poniendo feas, y que lo estaban enlistando en el servicio militar otra vez”.
Tenía 27 años. Le asignaron un camión de comunicaciones y un pelotón. Enseguida lo enviaron al ejército del sur que estaba en Cracovia. En aquella época no había comunicación entre Varsovia y Cracovia, producto de la partición. Entonces, tuvo que una larga vuelta. Cuando iba llegando a Cracovia, se entera de que el ejército alemán nazi había atacado Gdańsk, una ciudad portuaria en la costa del Báltico de Polonia.
Prisionero de de los nazis
Durante ese trayecto, también presenció un ataque aéreo en el camino. Muchos campesinos polacos iban con sus carretas huyendo de la guerra. Y como el ejército alemán nazi no podía moverse fácilmente, decidió sobrevolar el camino y ametrallar el campo.
Władysław logró escapar de ese ataque, pero el ejército alemán nazi ya había ocupado el territorio. Así que lo capturaron y lo hicieron prisionero junto con otros civiles y militares que iban con él, en un ex convento.
Escape y travesía rumbo a Leópolis
Entre los capturados por el ejército alemán nazi se encontraban varios oficiales, civiles y tropas polacas. Deciden ponerse de acuerdo y vencen a la guarnición de los pocos soldados alemanes que había.
Władysław y sus colegas se encuentran con una Polonia ocupada por nazis, y deciden organizarse y tratar de volver al ejército polaco y hacer parte de la línea de defensa Caminan durante una semana rumbo a Leópolis, en donde se encontraban la abuela, la madre y la novia de Władysław.
Llegando a la ciudad, hacen una parada en un silo para descansar. Es tarde y allí pernoctan. De repente, escuchan un grupo de soldados enemigos y escapan de nuevo. Más adelante en el camino, son interceptados por un grupo de campesinos ucranianos. El papá de Andrzej hablaba un poco de ucraniano, pero de nada sirvió porque los ucranianos resultaron ser del bando alemán, así que los llevaron donde un oficial del ejército alemán nazi.
“Déjenlos ir, no son judíos”
El oficial del ejército alemán nazi los recibe. Les dice que tenían cara de judíos. Afortunadamente no ve que traen botas de militar. “Los ucranianos sostienen que son judíos. Así que el oficial es dice: vamos a saber si son judíos o no. Bájense los pantalones. El oficial dice: no son judíos, y los deja ir porque no les habían hecho la circuncisión”. ¡Władysław era católico y evidentemente sus compañeros, también!
Władysław y sus compañeros continuaron su travesía. Antes de llegar a Leópolis durmieron en una casa abandonada. Salió a dar una vuelta y vio a un gato que sale despavorido corriendo de la casa. Władysław corre por reflejo y en ese momento cae una granada de un cañón sobre la casa. Una vez más se había salvado.
Leópolis: “vamos a defender nuestra ciudad”

Finalmente Władysław llega a Leópolis y se identifica con los de las barricadas. Las habían construido con partes de coches y ramas, y se defendían con ametralladoras ligeras. ¡Cómo se nota que no habían visto la maquinaria nazi, los tanques, los camiones, las bombas, los aviones!
Enseguida se presenta como militar y dijo que venía a incorporarse al ejército de resistencia. “¿Cuál ejército? -Le dicen- El ejército se desbandó. Entonces vamos a defender nuestra ciudad, -dice-.»
Luego camina rumbo a su casa. Su mamá no lo reconoce. Casi no le abre la puerta porque andaba “con las fachas de dos semanas de caminar, entre harapos y ropa regalada y robada”. Una vez se baña y arregla, comienza a escuchar disparos en la calle. El Ejército Rojo había llegado. Es 17 de septiembre de 1939.
El Ejército Rojo llega a Leópolis
¿Qué estaba pasando? ¿Acaso los rusos iban a ayudar a los polacos contra los alemanes? No. Los rusos estaban invadiendo Polonia por el oriente, como resultado del Pacto Nazi-Soviético que Hitler hizo con Stalin.
El pacto contenía cláusulas que dividían a Europa del Este en esferas de influencia entre la Unión Soviética y Alemania. De hecho partes de Europa del Este, incluidas partes de Polonia, se asignaron a la esfera de influencia soviética, mientras que otras partes fueron asignadas a la Alemania Nazi.
El Pacto Nazi-Soviético fue significativo porque permitió a Hitler iniciar la invasión de Polonia sin temor a la intervención soviética. Y ya sabemos que esta invasión, fue el evento que desencadenó el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Aunque el pacto se hizo efectivo desde el 1 de septiembre de 1939, la Unión Soviética invadió partes de Polonia desde el este el 17 de septiembre, después de que Alemania ya había iniciado su invasión desde el oeste.
“No soy espía, soy de la resistencia”

Władysław encuentra trabajo en la fábrica de pinturas Blumenfeld, propiedad de un señor judío. Pronto se percata de que la fábrica había sido vendida al mejor “estilo comunista”. Es decir, convencieron al señor Blumenfeld de “donar” la fábrica a la causa comunista, o sino sería donada “a la fuerza”. Fue así como Władysław decide alejarse de su familia, para que no corrieran peligro ante la situación que atravesaba Leópolis con la incursión rusa.
La novia de Władysław vive en el centro de la ciudad. Un día se percata de que iban cinco o seis camiones escoltados por coches de civil no identificados, como militares. Quizás se trataba de un convoy. Pero a las pocas paradas, se da cuenta de que era una redada. ¡Lo que no sabe es que uno de esos camiones era conducido por el mismo Władysław!
¿Pero cómo era posible Władysław condujera uno de los camiones de las redadas? Se trataba de redadas rápidas y sorpresivas, en donde arrestaban familias enteras. Les daban media hora para sacar sus cosas, los subían en esos camiones que iban a la estación de tren y los mandaban a Siberia. Los soviéticos eran muy eficientes en estas acciones.
Rayando la madrugada, Władysław tiene que conducir al domicilio de su novia, y preguntar por él mismo. Tiene que revisar toda la casa. ¡Increíble! Afortunadamente no había fotos, de lo contrario lo hubieran indentificado.
En la mañana, regresó en el camión a casa de su novia. Le dicen que habían ido a buscarlo. Władysław dice: “claro que vinieron a buscarme, yo me di cuenta.” Y les cuenta que iba conduciendo el camión y que tuvo que ingresar a la casa a buscarse así mismo.
«¿Pero qué haces? -le dijeron- Hablas alemán, ¡eres un espía!. Władysław respondió: No soy espía, soy polaco, pero así es ahora en tiempos de guerra.”
Es así como Władysław decide ingresar al ejército de resistencia polaca y le asignan llevar un paquete a Rumanía, que aún no había sido invadida por el ejército alemán nazi. Desde allí, empieza a dar instrucciones para poder combatir a los ejércitos enemigos, que en ese entonces eran el de Rusia, el ejército rojo; y el ejército alemán. ¡Vaya problema!
Si quieres saber cómo Władysław se hace pasar por médico para escapar del ejército alemán nazi, y cómo logra emigrar a México, ¡no te pierdas la segunda parte de esta interesante historia!