Enfrentado a desplazamientos forzados y desafíos inimaginables, Alberto Rementeria ha encontrado en la familia y los recuerdos la fuerza para seguir adelante. En un mundo donde millones viven en la incertidumbre, su historia nos recuerda la importancia de mantener la esperanza y valorar las conexiones que realmente definen nuestras vidas.
Hoy te contaré la historia de Alberto Rementeria. Alberto es chileno, pero nació en un campo de refugiados. Es más, dos veces ha sido refugiado emigrante, y se ha visto forzado a moverse por el mundo, porque la vida así lo quiso.
Te invito a que veas la entrevista completa, a continuación:
Por supuesto que Alberto hubiera preferido quedarse con su hermano y sus primos en Chile, donde, a propósito, vivían muy bien.
Pero la crisis sociopolítica que se vivió en este país durante los años 70, con la llegada de Salvador Allende y posteriormente de Augusto Pinochet, fue muy crítica y triste.
Muchos chilenos huyeron antes de que Pinochet pusiera un “lockdown”. Algunos, tuvieron que dejar a sus familias con la esperanza de que algún día regresarían, de la misma manera que alguna vez sucedió con los cubanos. Algunos lo lograron, otros no.
Nacimiento en el exilio: la historia de Alberto en un campo de refugiados

Comienzo preguntando a Alberto por qué nació en un campo de refugiados en Francia.
Me cuenta que su padre y su madre, embarazada de él, tuvieron que salir de España durante la Guerra Civil; y les dieron la opción de vivir en un campo de refugiados en Francia, mientras tomaban un barco rumbo a otro país. Fue en ese campo en el que nació, en 1939.
Recordemos que La Guerra Civil Española tuvo lugar entre 1936 y 1939, y que fue un conflicto devastador que enfrentó a las fuerzas republicanas -que incluían a una coalición de socialistas, comunistas y anarquistas-, contra el bando nacionalista liderado por el general Franco.
Esta guerra surgió tras el fallido golpe de estado de Franco contra el gobierno republicano, y se caracterizó por interminables combates y represión política; sumado al apoyo de la Alemania nazi y la Italia fascista a los nacionalistas; y de la Unión Soviética y las Brigadas Internacionales a los republicanos. El resultado fue la victoria de Franco, quien estableció una dictadura hasta su muerte, en 1975.
Volviendo a la historia de la familia de Alberto, esta tenía la opción de salir de Francia y tomar un barco con rumbo hacia África o Sudamérica. Y aunque su padre tomó la opción de el de Sudamérica, llegaron a República Dominicana; y posteriormente su madre partió a Maracaibo, Venezuela. Alberto y su madre estuvieron dos años en este destino.
“Desde muy pequeño le preguntaba a mi madre por qué andábamos moviéndonos por el mundo, por qué éramos nómadas, por qué no nos quedábamos en República Dominicana o en Macacaibo, por qué llegamos a Chile…”, recuerda Alberto con nostalgia.
Lo cierto es que había una explicación; y es que factores como el clima y las altas temperaturas de República Dominicana, hicieron que el padre de Alberto tomara la decisión de emigrar con su familia a un territorio que le recordara más a su natal España. De ahí que pasaran a Dominicana a Maracaibo, y de Maracaibo a Chile. Aunque “hubo una parada en Guayaquil, pero el calor era insoportable. En 1941 los viajes eran muy rudimentarios, y se viajaba por barco”, recuerda Alberto.
La decisión de partir y el éxodo de Chile
Finalmente, la familia Rementeria se estableció en Chile y comenzó a prosperar. Alberto estudió ingeniería y trabajaba en Mobile Oil. Todo marchaba bien, hasta que Salvador Allende subió al poder en 1970.
Durante su presidencia llevó a cabo reformas socialistas, incluyendo la nacionalización de la industria del cobre y la reforma agraria, con el objetivo de “supuestamente” reducir la desigualdad y transformar la economía chilena. Por supuesto que su gobierno enfrentó una creciente oposición política y económica, que culminó en un golpe de estado militar en 1973 dirigido por Augusto Pinochet, que derrocó a Allende y estableció una dictadura militar.
Lo cierto es que era tanta la pobreza que se vivía en el Chile de ese entonces, que se vislumbraba un golpe de Estado. Y es bajo este contexto, que Alberto decide irse de Chile, no solo por la situación política que se vivía, sino por el desabastecimiento de alimentos y la devaluación de la moneda.
“Mi señora influyó mucho en la decisión de irme de Chile, porque ella ‘se estaba radicalizando’ contra el sistema de Allende”, asegura Alberto.
En 1973 comenzaron a buscar alternativas. Quizás viajar a Brasil porque era más fácil; o quizás Australia, Estados Unidos o Canadá, pero dependían de que les dieran las visas. Afortunadamente, a Alberto se enteró de que necesitaban ingenieros y médicos en Canadá. Y aunque quedaba muy lejos de Chile, estaba muy cerca de Estados Unidos: su destino anhelado. Sabía que si no tomaba esa oportunidad, incierta, perdería para siempre la posibilidad de llegar a su destino final. Así que la familia Rementeria decidió partir rumbo a Canadá. Meses después, más exactamente el 11 de septiembre, fue el golpe de estado contra Salvador Allende.
Cuando llega al poder Augusto Pinochet, establece la dictadura que duró 17 años. Implementó políticas económicas neoliberales que transformaron la economía, pero también fue responsable de desapariciones forzadas y ejecuciones. Su régimen es recordado por unos por ser brutal y represivo, mientras que para otros fue gracias a él que se llevaron a cabo profundos cambios estructurales. Lo cierto es que hoy en día, Chile figura como el país con la mejor economía, al menos la más estable, de América Latina.
Empezar de cero: la familia se muda a Toronto

Volviendo a la historia de Alberto, el hecho es que vendió su Fiat 600 y su casa, tomó sus ahorros, pidió prestado dinero a su cuñado y viajó a Toronto. Allí, tuvo que empezar de cero, ahorrar cada centavo. Aún no tenía trabajo y el dinero solo le alcanzaría para seis meses. Y fue en el límite de este tiempo, que finalmente consiguió trabajo.
Me pongo en los zapatos de Alberto. Imagínate que te tienes que ir, con los ojos cerrados a un país desconocido, con tu hijo y tu esposa, a ver si consigues trabajo, a ver si consigues comida. Es que la necesidad y la supervivencia es lo que te da la posibilidad, la adrenalina, la energía, la fuerza y el valor de hacer este tipo de cosas.
Pienso qué hubiera hecho Alberto si se quedara sin dinero. ¿Acaso regresar al país del cual salió huyendo?
Alberto y su familia vivieron cinco años en Toronto y decidieron regresar a Chile. “Fue una alegría, ya me estaba yendo mejor, y llegó un momento en el que me ofrecieron un trabajo interesante con estadía en Miami”, recuerda.
Al igual que alguna vez Alberto cuestionó a su madre acerca de por qué viajaban de un lado al otro, ahora le pregunto si su familia alguna vez le reclamó por qué no se quedaron en Chile.
Me dice que sí se lo han mencionado, pero no como reclamo, sino porque quizás ellos “hubieran tenido otro tipo de vida” y haber crecido rodeados de más familia. Definitivamente, la familia es lo que más se echa de menos cuando vives lejos. Sin embargo, fueron a visitarlos varias veces a Canadá.
Reflexiones de Alberto: entre nostalgia y esperanza
Cuando Alberto reflexiona sobre su vida, lo hace con una mezcla de nostalgia y gratitud, consciente de que cada sacrificio y cada decisión difícil lo han llevado a donde está ahora.
De hecho, visita con frecuencia a uno de sus hijos en México. Su señora tiene Alzheimer, y, aunque acepta sentirse solo, sabe que debe combatir ese sentimiento de la misma manera que lo hizo cuando viajó a Canadá, y tuvo que abrirse nuevos caminos. “Ahora me siento más solo que antes. El vivir rodeado de los recuerdos de mi señora en la casa, te pega”, comparte.
Su hijo le ha dicho varias veces que se mude y viva en un lugar más pequeño, pero él le dice que no porque sabe que tendría que “salir” de muchos recuerdos, y no los quiere botar.
“Uno a mi edad, empieza a vivir de recuerdos de la vida, de los viajes, recuerdos, recuerdos, hasta el último día”, asegura.
En un mundo donde la movilidad forzada sigue siendo una realidad para millones, la historia de Alberto es un homenaje a la esperanza, a la familia. Al final del día, es esta conexión con los seres queridos y la memoria de los momentos compartidos lo que verdaderamente define nuestras vidas.