Si sientes que te están privando de algo, tu deseo de obtenerlo aumentará. Eso fue lo que sucedió con leyes como la de prohibición en los Estados Unidos.Una historia que desafió las normas impuestas y al mismo tiempo transgredidas.
Créditos: History Facts, National Geographic, libros: Bartender’s Manual and a Guide of Hotels and Restaurants y Prohibition in Washington D.C.
Desear «lo prohibido” hace parte del instinto humano. Esa curiosidad propia de nuestra naturaleza hace que muchas veces desafiemos a la sociedad y sus restricciones; las cuales han sido sido trazadas por ética, moral o por el simple hecho de que van en contra de las leyes establecidas.
Lo curioso es que entre más nos prohiben algo, ¡más curiosidad nos genera! La sensación de rebeldía siempre ‘sale a flote’. Nos impulsa a querer experimentar lo censurado porque la restricción a la libertad personal suele tener “un efecto reactivo”: la gente protesta, se generan economías paralelas, los gobiernos toman represalias, se crean organizaciones que desafían las restricciones, etc.
La emoción y el riesgo también van asociados con lo “etiquetado como prohibido.” Esa desafiante sensación de peligro genera emociones “fuertes” que revuelcan el alma. Que van más allá de si estuvo bien o no prohibir.
Cuando beber es prohibido

A lo largo de la Historia han existido prohibiciones y restricciones impuestas por gobiernos y la sociedad, al igual que varias organizaciones.
Las respuestas han sido variadas de acuerdo con la cultura, formas de imponer autoridad y lo más importante: la percepción de la sociedad hacia esas restricciones.
En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, se destaca una prohibición que “causó mucho revuelo”, entre los años 1920 y 1933.
En realidad, desde la era colonial, el consumo de bebidas alcohólicas, en especial el exceso, ya era “mal visto”. Varios sectores de la sociedad relacionaban “el licor con el demonio”, y no tardaron en manifestarse.
De acuerdo con el portal History Facts, las tensiones alcanzaron un punto álgido a principios del siglo XX, cuando el “moderado” Movimiento por la templanza convenció a los legisladores de limitar el consumo del licor “por las malas” al considerarse pecaminoso e impío; es decir, el alcohol para muchos carecía de respeto hacia lo sagrado, lo religioso, lo divino.
Es imposible no recordar la impactante escena de la película Leyendas de Pasión (1994), en la que Tristan Ludlow (interpretado por Brad Pitt) quien está involucrado en el contrabando de licor durante la época de la prohibición, pierde a su esposa tras un tiroteo a manos de un policía amigo de sus contradictores.
Durante este tiempo no solo se castigaba a quienes se lucraban a partir de licor. También a quienes lo fabricaban en destilerías clandestinas escondidas en la mitad bosques y montañas.
A propósito, estas destilerías ilegales producían y distribuían “moonshine”, un destilado de baja calidad, elaborado de forma casera, que no contaba con ningún tipo de regulación. Para evitar que las autoridades allanaran estos lugares, solían destilar en medio de la noche, de ahí su nombre “brillo de luna”.
Por supuesto que el “moonshine” cobró algunas vidas, pero fue el alcohol industrial contaminado el que terminó con miles de personas.
Antes de le era de Prohibición, este tipo de alcohol era en primera instancia utilizado para fabricar perfumes, combustibles para estufas y tintas. Pero al caer en manos de contrabandistas, se fue convirtiendo en ginebra y whisky “apenas bebible” y altamente perjudicial para la salud: ¡como no si se trataba de alcohol industrial!
Este tipo de alcohol venenoso se caracteriza por ser penetrante y desagradable. Sin embargo, los negociantes “se las arreglaron” para convertirlo en un licor barato, de mala calidad.
Pero ante la restricción y el extremismo de la medida, los norteamericanos se adaptaron e incluso aceptaron cualquier “salida” con tal de tomarse un trago; sin importar si corrían el riesgo que quedarse ciego o morir.
De acuerdo con History Facts, “en promedio, alrededor de 1,000 estadounidenses murieron cada año durante la era de la Prohibición por consumir licor contaminado. Muchas estimaciones sitúan la cifra aún más alta, con hasta 50,000 muertes.”
Quienes se dedicaban a la venta y el transporte de bebidas alcohólicas también eran perseguidos por “la ley”. Lo cierto es que esta medida, a final de cuentas, resultó bastante impopular y difícil de aplicar y controlar en territorio estadounidense.
El licor es prohibido: Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos

En un principio, la ley de la prohibición era amparada por la 18ª Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos en 1919. En sus secciones 1 y 2 decía lo siguiente:
“Queda prohibida la fabricación, venta o transporte de bebidas alcohólicas en los Estados Unidos y en todo lugar sujeto a su jurisdicción.” “El Congreso y los distintos Estados tendrán concurrentemente el poder de hacer efectiva esta enmienda mediante legislación apropiada.»
Sin embargo, la prohibición resultó ser tan impopular y difícil de aplicar, que fue derogada por la 21ª Enmienda en 1933.
Fue así como se permitió de nuevo la fabricación, venta y transporte legal de bebidas alcohólicas. Esto sumado a que generó problemas adicionales, como la proliferación de actividades ilegales relacionadas con el alcohol, como el contrabando.
En otras palabras, prohibir estas bebidas desarrolló una economía paralela, de la misma manera que ha sucedido con las industrias del tabaco, la marihuana, el juego, la pornografía; y en cierta medida, con la multimillonaria industria de la droga.
Al Capone: el capo de la era de la Prohibición
Al hablar de la era de Prohibición, el primer personaje que viene a la mente es Al Capone, el más famoso de todos los gánsteres que alcanzaron prominencia durante esta época.
Hijo de inmigrantes italianos, nació en Nueva York el 17 de enero de 1899, y con tan sólo catorce años inició su carrera delictiva en el crimen organizado. Al Capone era el típico mafioso-empresario, amo y señor del juego ilegal, la prostitución, y por supuesto, del contrabando de licor.
Tras la derogación de la Ley Seca y su confinamiento en prisión, Capone acabó arruinado y víctima de demencia senil. Finalmente falleció en 1947 a los 48 años, en su propiedad en Miami Beach.
Ahora bien, dos de los hermanos de Al Capone: Frank y Ralph, también eran mafiosos. Pero lo que pocos saben, de acuerdo con el portal History Facts, es que James Vincenzo, el mayor del clan Capone -quien más tarde cambió su nombre a Richard James Hart-, resultó bastante diferente a sus hermanos.
Se convirtió nada más y nada menos que en un agente encargado del cumplimiento de la Prohibición. Contrario a sus hermanos era defensor de la ley.
Y aunque se pensaría que congresistas y senadores protegerían -al igual que James Vincenzo lo hizo- la ley de prohibición de alcohol, muchos de ellos tenían su propio contrabandista, “su dealer” de licor ilegal; y frecuentaban bares clandestinos.
De acuerdo con The Washington Post, “más de una década después de que Washington se volviera oficialmente seco, se estima que unos 5,000 contrabandistas estaban en actividad, algunos de ellos al parecer ocultando sus botellas en los densos setos que rodeaban la Casa Blanca. En toda la ciudad, los clientes podían elegir entre más de 2,000 bares clandestinos.”
La historia de la prohibición en los Estados Unidos ilustra la naturaleza humana de desafiar lo prohibido. Desde la curiosidad hasta la emoción del “correr el riesgo”, este tipo de restricciones extremistas, a menudo generan resistencia, desencadenando consecuencias imprevistas.